viernes, 19 de diciembre de 2008

La realidad, una muralla transformable .

La realidad es un concepto que engloba todas las cosas, lo conocido y también lo desconocido...
lo que nos hace reaccionar ante la realidad son nuestras ideas preconcebidas de la misma, (nuestra educación, entorno social, percepción de la realidad actual mundial) cuando se presentan cambios en la realidad, los que percibimos a través de nuestros sentidos, nos encontramos con un "nuevo contexto" totalmente desconocido para nosotros, la forma de reaccionar es variable: muchos se adaptan rápidamente a la nueva situación, a otros les cuesta mucho, y otros no pueden adaptarse, el punto de la situación es que la realidad sigue y seguirá cambiando a lo largo de nuestras vidas.
Para poder reaccionar ante la realidad debemos por lo tanto aprender a derribar esta muralla que nos crea ese conflicto interno de ver como la Realidad hace añicos nuestras ideas preconcebidas, entonces sucede que al intentar derribar esta muralla, nuestros valores se hacen pedazos y crea esa especie de “shock” ante la misma, pensamos que el mundo se ha vuelto loco, o que las personas son malas y nos convertimos en personas desconfiadas, preocupadas porque no sabemos que podrá venir en el futuro, nos volvemos intolerantes y ciegos.
Derribar la muralla: debemos tener bien claro que existen "dos mundos", un mundo que existe en nuestras mentes, y un mundo que existe en la realidad, la muralla divide estos dos mundos, el mundo de mi mente se esfuerza por hacer prevalecer su postura contra el otro mundo (el mundo de la realidad), este mundo "mental" se complace de sobremanera cuando el mundo real cumple sus expectativas y genera entonces un sentimiento de satisfacción que nos hace sentir bien, sin embargo si el mundo real no satisface y no complace al mundo mental,
este mundo mental se enoja y empieza a generar sentimientos negativos que nos hacen sentir mal, esto sucede cuando la realidad destruye nuestras ideas preconcebidas, cada vez que experimentamos sentimientos “positivos” la muralla se destruye un poco,cada vez que los sentimientos “negativos” nos atacan la muralla se hace más fuerte, entonces la cuestión será alimentar esos sentimientos “positivos” a nuestro mundo mental para que la muralla se vaya destruyendo y cuidarnos de esos sentimientos de “doble filo”.
La idea se trata de alimentar los sentimientos positivos de nuestro mundo mental sin esforzarnos demasiado por cambiar nada, ni tampoco cargar con la culpa de no haberlo logrado, hay que hacerlo despacio y serenamente, bajando los ladrillos de la muralla poco a poco, si derribamos la muralla de repente será terriblemente dolorosa la experiencia de encontrarse que se miren cara a cara nuestros dos mundos.

(Ayuda :Texto Anthony de Mello)

miércoles, 3 de diciembre de 2008

La Hormiga


Un día las hormigas, pueblo progresista, inventan el vegetal artificial. Es una papilla fría y con sabor a hojalata. Pero al menos las releva de la necesidad de salir fuera de los hormigueros en procura de vegetales naturales. Así se salvan del fuego, del veneno, de las nubes insecticidas. Como el número de las hormigas es una cifra que tiende constantemente a crecer, al cabo de un tiempo hay tantas hormigas bajo tierra que es preciso ampliar los hormigueros.

Las galerías se expanden, se entrecruzan, terminan por confundirse en un solo Gran Hormiguero bajo la dirección de una sola Gran Hormiga. Por las dudas, las salidas al exterior son tapiadas a cal y canto. Se suceden las generaciones. Como nunca han franqueado los límites del Gran Hormiguero, incurren en el error de lógica de indentificarlo con el Gran Universo.

Pero cierta vez una hormiga se extravía por unos corredores en ruinas, distingue una luz lejana, unos destellos, se aproxima y descubre una boca de salida cuya clausura se ha desmoronado. Con el corazón palpitante, la hormiga sale a la superficie de la tierra.

Ve una mañana. Ve un jardín. Ve tallos, hojas, yemas, brotes, pétalos, estambres, rocío.
Ve una rosa amarilla. Todos sus instintos despiertan bruscamente. Se abalanza sobre las plantas y empieza a talar, a cortar y a comer. Se da un atracón. Después, relamiéndose, decide volver al Gran Hormiguero con la noticia. Busca a sus hermanas, trata de explicarles lo que ha visto, grita: "Arriba...luz...jardín...hojas...verde...flores..." Las demás hormigas no comprenden una sola palabra de aquel lenguaje delirante, creen que la hormiga ha enloquecido y la matan.


(Escrito por Pavel Vodnik un día antes de suicidarse. El texto de la fábula apareció en el número 12 de la revista Szpilki y le valió a su director, Jerzy Kott, una multa de cien znacks.)

Marco Denevi.